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Ética y cultura organizacional



La inclusión de la ética en la cultura organizacional no es opcional, sino indispensable.


En nuestro lugar de trabajo la ética se refiere a la forma en que los colaboradores se gobiernan así mismos, pero también alude a cómo se atiende a los clientes y cómo se comunican interna y externamente. Un lugar de trabajo verdaderamente ético modela su comportamiento de arriba hacia abajo y de adentro hacia afuera. La ética es indispensable para promover la rendición de cuentas: qué tanto las personas como la organización asumen la responsabilidad de sus acciones y decisiones. Sin embargo, dichas circunstancias no suelen ser tan propicias como se amerita. De hecho, un estudio de Gallup entre empleados de Francia, Alemania, España y el Reino Unido reveló un panorama desolador:

• Menos de tres de cada 10 (29%) consideran que sus compañeros de trabajo siempre hacen lo correcto por sus clientes.

• Y menos de tres de cada 10 (29%) consideran que sus jefes no actúan de manera ética.


Afortunadamente, la encuesta también encontró que cuando los equipos y los gerentes discuten de manera frecuente y proactiva el comportamiento ético, el porcentaje de quienes afirman que la empresa nunca engañaría a sus clientes asciende a 49 por ciento.

El papel de los gerentes

El papel de los líderes

La gestión puede hacer una gran diferencia. Cuando los líderes proactivos ofrecen a sus equipos la oportunidad de discutir y afinar su brújula moral, la consecuencia natural es que los empleados cobran mayor conciencia de sus responsabilidades. Para dar pie a estas reflexiones, los gerentes deben procurar que temas como la integridad, la ética y la observancia estén siempre en la agenda, de tal modo que los colaboradores se familiaricen con ellos y acepten discutir las implicaciones que estos asuntos pueden tener en su experiencia laboral. Apoyados en las normas culturales implícitas y explícitas de la organización, los gerentes pueden corregir los comportamientos inaceptables, pero lo ideal es que las discusiones en equipo establezcan claramente lo que se espera de cada colaborador y que de esa manera se prevengan problemas de esta naturaleza. Cuando estas expectativas son transparentes, los empleados pueden tomar mejores decisiones sobre integridad, ética y cumplimiento. Es importante que durante estas discusiones se planteen ejemplos de la vida real, pues si llega a presentarse un dilema ético en el lugar de trabajo, los colaboradores contarán con cierta experiencia, aunque sólo se trate de planteamientos hipotéticos. La supervisión es otro tema que debe abordarse en el marco de la ética, pues el cumplimiento de normas y reglamentos internos, son un componente de la forma de liderar a un equipo, reflejado en la confianza o bien, en la rotación del personal.

​Los líderes son los responsables de crear una cultura que fomente el comportamiento ético. Si la cultura organizacional promueve que los empleados reflexionen y propongan mejoras, automáticamente se dispondrá de una plataforma para airear las preocupaciones sobre situaciones éticas y resolverlas de manera adecuada y oportuna. En este sentido, ante un estilo de liderazgo autoritario, los empleados difícilmente se animarán a externar sus inquietudes, mientras que los líderes que están dispuesto a tratar a sus subordinados como socios estarán en mejores condiciones para identificar situaciones conflictivas y evitar que se conviertan en un desastre. Un factor indispensable para el comportamiento ético en el lugar de trabajo es el ejemplo, pues somos los líderes quienes modelamos actitudes y comportamientos. De ahí la necesidad de actuar en congruencia con los principios y valores de la organización y la sociedad. Quizá en ello reside una de las mayores y más complejas responsabilidades del liderazgo y de ahí la importancia de ejercerlo de manera consciente y procurar prácticas que constantemente refuercen el comportamiento íntegro y la probidad.


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